Hace 100 años, el 14 de setiembre de 1920, nacía en la ciudad de Paso de los Toros, Tacuarembó, Uruguay, el escritor Mario Benedetti. Teniendo presente eso recordé una experiencia personal de algo que, sin que él lo supiera, ocurrió entre él y yo.
En celebración de los 100 años de su nacimiento, y en honor a su persona, os dejo mi anécdota:
En familia, en las vacaciones acostumbramos a ir a acampar, por lo general vamos a un parque muy grande, lejano, con poca gente y mucha playa, eso lo hace más atractivo aún, y adecuado para el descanso y la pesca. La conjunción del mar, la arena y la tranquilidad son inigualables, producen momentos propicios para la lectura, hábito del que siempre disfruté, pero que durante el año laboral no podía realizar asiduamente, tomé por costumbre llevar siempre algún libro como parte de los enseres de camping. En algunos años los libros volvieron tal como habían salido de casa, es como que sólo hubieran salido de la biblioteca a ventilarse, por lo general eso pasaba cuando mis gustos no estaban bien definidos y resolvía llevar más de un libro, en esos momentos, por lo general no leía ninguno. Un año decidí llevar un solo libro, pero quería que fuera uno que nunca hubiera tenido en mis manos, quería que el libro me sorprendiera y que ese fuera estímulo motivacional para la lectura. Recorrí un par de librerías y decidí comprar un libro de cuentos de Mario Benedetti.
Con el campamento armado, las provisiones dispuestas y superado el cansancio que dejan al día siguiente los primeros fogones nocturnos, me dispuse a leer. ¡Fue una experiencia magnífica! Cada cuento me resultaba excelente. La fluidez de la lectura era algo tan natural que las letras iban pasando una tras otras a gran velocidad. Al terminar las vacaciones casi no quedaron cuentos por leer, uno tras otro, fueron devorados con profunda atracción.
Al año siguiente no lo dudé, fui a una librería y pedí un libro de cuentos de Benedetti. Me ofrecieron varios, elegí uno. Estaba entusiasmado a poder repetir la experiencia pasada. Finalizadas esas vacaciones, volví con el libro casi totalmente sin leer. Ese año la lectura no avanzó, fue como que quedó estancada. No alcancé a leer la mitad de los cuentos contenidos en ese libro. Analicé lo ocurrido y llegué a la conclusión de que los cuentos de este año no me gustaron. No me gustó la temática ni la dinámica en la lectura, en algunos me costó entender la trama, intenté volver a leerlos desde el comienzo, aduciendo que pudiera haberme distraído y perdido algún dato de interés en el relato, pero no, realmente tenía dificultades de entendimiento o de fluidez en la lectura. Dada la situación, ese año no los leí consecutivamente, elegí los cuentos en forma alternada, para ver si encontraba alguno que resultara ser más acorde a mis gustos personales del momento. Confirmé que el autor fuera el mismo. Busqué alguna otra razón de porqué se estaba dando esa situación y llegué a la conclusión de que ese año mis aptitudes psico-intelectuales no estaban en sintonía con la lectura de Benedetti.
Retomé el año laboral, pero había algo en ese libro que llamaba mi atención, cada cierto tiempo lo tomaba y hojeaba nuevamente. Un día fui a la biblioteca a buscar el libro de cuentos del año anterior, los enfrenté y me puse a pensar en cuál podría ser la diferencia entre ellos. Me llamó la atención la portada, la del libro totalmente leído era de cartón colorido, y páginas impresas con una calidad tipográfica buena. Con el libro de este año no era de ese modo, la portada era pálida, con colores mates y páginas con menor calidad de escritura. Miré la fecha de impresión de ambos ejemplares y me di cuenta de cuál era la razón de la diferencia que ambos produjeron en mi intelecto. El libro de cuentos del primer campamento era de la época media de creación del autor, el segundo libro era uno de los primeros que publicó. Reflexioné y resultó ser el “Disparador de creación literaria” más importante que he tenido en mi vida. Como dije en algún momento, “la narración nació conmigo”, siempre me gustó escribir, pero siempre pensé que para hacerlo de buena manera se deben poseer condiciones poco comunes y que yo no las poseía. Nadie puede negar la categoría de eximio creador literario que tuvo Mario Benedetti, no en vano hoy tiene reconocimiento mundial. Lo que sigue lo digo con muchísima humildad: me di cuenta de que “nadie nace sabiendo”. Mario Benedetti también aprendió, los trabajos de sus comienzos, en mi opinión, no tienen la misma fluidez y calidad literaria que los que vinieron después. Albert Einstein dijo que: “El genio se hace con un uno por ciento de talento y un noventa y nueve por ciento de trabajo”. Y hay otra frase que dice que: “La habilidad de hacer se logra haciendo”. Ambos conceptos aplican a Mario Benedetti, y a todo creador, por más bisoño que sea.
Mario Benedetti, sin saberlo, me enseñó y estimuló para que dedicara tiempo a la escritura, hoy es uno de mis autores de cabecera.
¡Gracias Mario!
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Utopías, poema
En la voz de Mario Benedetti
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Defensa de la alegría, poema
En la voz de Mario Benedetti
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Fundación Mario Benedetti
Cronograma de actividades
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Poeta Universal
Artículo del Diario “EL Clarín”, de Buenos Aires