8M, Día Internacional de la Mujer.
Me hizo recordar un tema de mucha actualidad: el uso de Lenguaje “INCLUSIVO”.
El Dr. Pedro Álvarez de Miranda, Catedrático de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia Española ha escrito un ensayo denominado “El género y la lengua”, publicado por la Editorial TURNER. En él analiza en profundidad las particularidades del uso de la diferenciación o no del género femenino en el uso gramatical de la lengua española. Recomiendo su lectura para quién desee considerar elementos técnicos concretos en el idioma de los hispanoparlantes. Es un libro breve, pero sumamente claro y útil para los usuarios del idioma.
No desarrollaré aquí la temática tratada por él en el libro mencionado, centraré en otro aspecto mis comentarios. Sólo incluiré unas palabras que comparto totalmente con el autor:
“… ¿no será mejor concentrar las energías en los auténticos y verdaderos problemas de fondo que afectan a las mujeres y a su instalación y papel en la sociedad? El que tengan ‘techos de cristal’ que limitan sus posibilidades de promoción profesional, el que hayan de dar muchas más muestras de su valía para alcanzar los puestos más altos, el que perciban salarios más bajos que los hombres por realizar el mismo trabajo, el que no sea equitativo el reparto de las tareas domésticas o relacionadas con el cuidado de los hijos, no digamos el que sean víctimas de acoso o violencia a manos de varones, son los hechos verdaderamente graves contra los que hay que combatir, los que urge erradicar. Lo otro es una mera convención gramatical, arbitraria como todas las convenciones, cómoda por su simplicidad …”. [i]
Más adelante, haciéndose eco de palabras escritas por Luz Sánchez Mellado, dice:
“Esa no es la batalla. La guerra es otra.”.
La batalla no es contra el uso gramatical de la lengua, la batalla es: reivindicar los derechos de las mujeres, no la manera de mencionarlas en los textos.
OPINIÓN: A partir de aquí transmito mi parecer.
En el discurso social es donde se escucha hablar cada vez más de la necesidad del uso de un “lenguaje inclusivo”, es en la arena política donde más se lo utiliza, y, a mi criterio, de manera DEMAGÓGICA. Se sabe la importancia que las mujeres tienen en el electorado, y rinde buenos dividendos tener contentos a los electores, pero, la mayoría de las veces los políticos sólo quedan en eso, en ajustar la gramática de sus discursos sin dar profundidad a proponer soluciones reales a los verdaderos problemas de la mujer.
Y atrás de ellos (o “junto”) a ellos, aparecen los líderes sociales sumándose a ese falso discurso, transformándose también ellos en parte de la demagogia inicial. No se dan cuenta de que, “inconscientemente”, le están quitando valor a las verdaderas reivindicaciones por cuestiones superfluas, se preocupan de los temas de “forma” y desatienden los temas de “fondo”.
Señores políticos (*), dejen de ser DEMAGOGOS en el discurso que dirigen a las mujeres, respétenlas, no les hagan creer que están preocupados por sus reivindicaciones, ¡OTÓRGUENSELAS en los hechos! Déjense de lesionar al idioma con la excusa de que “están haciendo algo”.
La batalla no es el uso o no de un lenguaje inclusivo.
¡La guerra es otra!
(*) En el idioma español, el masculino es el “género no marcado”, significa que al utilizarlo se está incluyendo toda la gama de géneros existentes (obviamente, incluye al género femenino).
Ver en: Wikipedia
[i] Ver “El género y la lengua”, de Pedro Álvarez de Miranda, Editorial TURNER, ISBN: 978-84-17141-78-3, pág. 89 y 90